Muchas veces se ha hablado de la sinceridad como un elemento ventajoso de una persona, porque se presupone erróneamente que una persona sincera es una persona que viene con la asertividad ya pre-instalada; cosa muy errónea, ya que la mayoría de las discusiones y peleas se dan por personas que no saben manejar la asertividad en su sinceridad.
Para poder ser sinceramente asertivo, debemos entrenarnos en ser cuidadosos en nuestro tono de voz, en nuestra postura, gestos y curso de lenguaje para siendo espontáneos y honestos con lo que decimos no ofendamos y seamos considerados.
Si tuviera que representar la sinceridad como un objeto, diría que es un martillo, ya que bien empleado es una herramienta que ayuda a fijar estructuras, construye y funciona como una de las principales herramientas que con un buen uso adecuado podemos hacer construcciones firmes e inquebrantables a largo plazo; por otro lado, mal empleado es un objeto que rompe y destruye, cuyo peso se usa para hacer daño y es un arma contundente; pudiendo hasta ser letal en algunas circunstancias.
Es por eso que cada vez que tenemos esta herramienta en nuestras manos, tenemos que manejarlo cuidadosamente, no podemos zarandearla libremente o hacer malabares con ella; al tener uno nos hacemos responsables de lo que lleguemos a golpear con ello y quien tendrá que pagar los platos rotos será el dueño de él.
Autor: José Antonio Colque
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